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La Bienal Internacional Tunas Perú

 

Es un encuentro de música, gente, idiomas y vivencias. Reúne a tunas femeninas del mundo cada dos años. Este año, la fecha que se llevó a cabo en septiembre, fue organizada por la tuna femenina sanmarquina y tenía como motivo "La noche de la peruanidad". Las delegaciones de Puerto Rico y Chile, así como las peruanas, cantaron y tocaron un vals tradicional peruano.

 

Un grupo de mujeres que llevan capas verdes y negras llenas de insignias se divisa en el gran Parque de la Amistad. El rango de edades de este grupo de mujeres en su totalidad va desde los 20 hasta los 40 años. En medio del cuchicheo y los murmullos empiezan a sonar y entonar himnos que desconozco. Es la Bienal de la Tuna Femenina, que ha llegado hasta el Parque de la Amistad, en el corazón de Surco. Ellas entonan diversos cánticos acompañadas de instrumentos que poco a poco logran tener un orden, y empieza el pasacalle.

   “Somos puertorriqueñas y las de capa negra son de Chile, nos reunimos dos veces al año y esta vez tocó venir a Perú”, comenta la señora Christina, una mujer de 35 que se arregla las pantis mientras su grupo forma una mancha verde y gigantesca que se mueve por el interior del parque. Se han armado dos grupos: uno de chilenas y otro de puertorriqueñas; en ambos llevan guitarras, laúdes, panderetas, tambores, pitos y banderolas, que hacen flamear y son símbolos que identifican a cada tuna por país e institución a la que representan.

  

 La cita ha sido convocada a las 4 de la tarde, pero recién a las 5 las mujeres logran organizarse y salen entre sonidos de platillos y melodías a recorrer el parque. Roban sonrisas a los asistentes y transeúntes. La idea es llevar su música por cada espacio del parque, así que ambos bandos planificaron no cruzarse y tocar de manera simultánea.

   El cielo de Lima es gris como cualquier otro día; sin embargo, esta tarde hay cierto contraste generado por los atuendos de las integrantes de la tuna femenina: hoy el clima tiene un poco más de color. Los himnos entonados por cada uno de los grupos hacen que los transeúntes les presten atención; algunos más osados piden tomarse fotos con las chicas, quienes irradian coquetería y acceden entre risas.

   Cabe señalar que cada integrante de las distintas tunas demuestra un alto grado de compromiso. “Todas las chicas vienen preparándose desde meses atrás, esto no es improvisación. Hasta el detalle mínimo como el solo hecho de maquillarse ya está planeado. Tenemos un horario rígido y una constancia de practicar día a día las canciones que vamos a tocar”, comenta Paola, una de las líderes de la tuna sanmarquina del Perú. Y es que cualquiera de estas chicas podría estar esta tarde con su pareja o amigas, viendo una película o durmiendo en su casa; sin embargo, están aquí. Ellas ensayan todos los días sus himnos, cuidan su uniforme y sus insignias como su vida misma. Demuestran que para pertenecer a una tuna hay que ser disciplinadas, constantes y, lo más importante, mantener un compromiso con su grupo.

   La tarde va cayendo, el sol se va ocultando, y los grupos de chilenas y puertorriqueñas se van encontrando en el arco morisco del parque. Allí, en el punto de encuentro, han colocado sillas para el público y armado un estrado para las tunas. Peruanas, puertorriqueñas  y chilenas compiten para llevarse la insignia de esta fecha de la bienal en la que celebran la noche de la peruanidad. En medio de bailes y cánticos demuestras sus destrezas. Una puertorriqueña hace ondear su bandera y realiza diversas acrobacias con ella. La tuniña se mueve, gira y la bandera se agita y sigue sus movimientos, ella y su bandera son una. Por otro lado, una chilena brinca y sacude su pandereta, demostrando que puede mantener el ritmo al son de los cánticos que suenan a flamenco.

   La noche ha llegado, y la presentación de cada tuna demuestra que el compromiso y las horas de ensayo han valido la pena. Al final del día solo quedan sonrisas a pesar del día ajetreado que pasaron. Es una felicidad que solo ellas pueden entender. ♦

La Bienal

 

Lee una crónica de nuestra

primera incursión en un

evento de tunas femeninas.

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